jueves, 29 de octubre de 2009

Manos dormidas bici

CUATRO FORMAS DE EVITAR QUE SE TE DUERMAN LAS MANOS


El adormecimiento de las manos suele producirse por el aplastamiento del nervio ulnar, que al pasar del antebrazo a la mano queda muy expuesto ¿Cómo podemos evitarlo?...


Hay demasiado peso sobre las manos:
Si el manillar está demasiado bajo o alejado, o la punta del sillín caída, debemos soportar más parte de nuestro peso con los brazos y las manos. La solución es elevar el manillar y/o acercarlo al sillín. Verifica con un nivel que el sillín esté horizontal.

Incorrecta colocación de las manos:
Si tu manillar tiene poca curvatura o está mal colocado, las muñecas no reposan con naturalidad. Comprueba que las puntas del manillar miren hacia atrás e incluso ligeramente hacia arriba. O sustituye el manillar por otro con más curvatura (9º ó 12º), los de doble altura suelen tener una curvatura más acusada. Si las manetas de freno estuvieran mal colocadas, te puedes ver forzado a colocar las manos en una posición antinatural.


Poca absorción de vibraciones:
Si tus guantes son poco mullidos tendrás mejor tacto pero menos absorción de vibraciones. No siempre es una cuestión de más acolchamiento sino de cómo esté repartido. Lo mismo ocurre con los puños, prueba con otros de diferente diámetro y/o dureza. Disminuye la presión de las ruedas y de la horquilla, para que éstas absorban más los pequeños impactos.


Cambia las manos de posición:
Colócalas en diferentes lugares del manillar cuando llanees o asciendas, pedalea de pie para cambiar el peso o utiliza cuernos para colocar las manos en otra posición.



Ale Palma.

lunes, 26 de octubre de 2009

Atención Gimnasios

¿Qué tener en cuenta al momento de empezar con la musculación?

El cuidado de nuestro cuerpo a través de la actividad física o el entrenamiento ya no tiene discusión; su realización es imprescindible para mantener en condiciones óptimas de salud el sistema cardiovascular y respiratorio; un equilibrio adecuado del colesterol; reducir molestias articulares; y muchas mas que no son el objetivo de este artículo.

Es así que junto a la necesidad de esparcimiento, la actividad física se va convirtiendo de a poco (por lo menos en los grandes centros urbanos) en una rutina, en una forma de cuidar tanto nuestra salud física como mental.

Para llevar adelante el entrenamiento, muchos optan por los espacios abiertos, ya sea bajo un método no formal (solos, en pareja, con amigos); o participando de los servicios que brindan los distintos tipos de grupos de entrenamiento. Otros, por temor de su seguridad, o por la mayor variedad y concentración de actividades, optan por los gimnasios cerrados.

Es en este punto donde quiero detenerme y como Profesor de educación Física que trabaja y ha trabajado en diversos gimnasios me veo obligado a por lo menos rever cómo se manejan estos centros de entrenamiento.

Conozco a poca gente que puedo afirmar que los profesores de las salas de musculación le prestan atención, sólo la básica, la elemental como para saber que están haciendo las cosas bien y sin riesgos de sufrir lesiones. Normalmente los profesores reservan estas energías para las chicas más llamativas del lugar o para el grupo de hipertónicos que nunca debe faltar en un gimnasio. Es así que quien no sufre de estas cualidades queda en general abandonado a su suerte, a hacer lo que le parece y cree, copiando e imitando a otros, y casi irremediablemente encontrándose al tiempo con alguna lesión y dejando entonces postergada la actividad física. Profes!!!!!!! se puede, no es imposible atender a todos en un salón de musculación, recuerden que se formaron como agentes de salud, lo que estudiaron no son herramientas para las Relaciones Humanas, esa, es otra carrera. Dense cuenta que brindando un servicio adecuado le dan más valor a su propia labor y a la de todos sus colegas, lo cual, y sin duda se verá reflejado en lo económico.

No digo que esto suceda siempre y en todos los casos, pero convengamos se repite en la mayoría de los gimnasios.

Por suerte, no siempre esto es lo peor; en muchas cadenas o redes de clubes, un servicio tan sencillo como el de brindar un espacio para el entrenamiento se convierte en una aventura burocrática donde ingresar al establecimiento, y citando a un alumno, “es más difícil que entrar en la embajada de EEUU siendo árabe y llevando explosivos”. Lo irónico es quienes se “asocian” para recibir un servicio, no reciben ninguno; mejor aún, pagan importantes sumas de dinero para esto. “Es obligatorio el uso de toallas”, pero esto no es parte del servicio, se las cobra al valor de lo que se puede conseguir una toalla nueva. “Es obligatorio el Apto Médico anual”, cosa que comparto, pero no son capaces de asumirlo como parte del costo del servicio.

Lo que ameniza esta situación es que siempre alguna exuberante recepcionista, obvio que de mala manera, está dispuesta a reclamar hasta lo impensable.

¡Qué bueno que somos argentinos! Porque nunca estamos dispuestos a hacer quejas y reclamos formales, y siempre dejamos que se sigan aprovechando de nosotros y del dinero que tan difícil es conseguir mes a mes.

Es una verdadera pena no poder aprovechar convenientemente las posibilidades de entrenamiento que nos permiten los gimnasios, que en verdad, de estar bien gerenciados, serían muchas.

Pero mientras tanto, no dejemos que todo pase, exijamos formalmente, propongamos, y sino … volvamos a entrenar al aire libre, que hay suficientes espacios para hacerlo.

Martín A. Pan